¿Te cuesta decir lo que piensas y lo que sientes? ¿Te exiges mucho? ¿Te castigas y tienes miedo de cometer errores? ¿Priorizas tu «deber» con los demás antes que contigo? Muchos problemas relacionados con el estrés, la ansiedad, la dependencia emocional o la autoexigencia son, en el fondo, fruto de una baja autoestima. La buena noticia es que la autoestima no se hereda, sino que se construye.